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martes, 26 de abril de 2011

Oración por Japón, la Humanidad y el Planeta


El poder del pensamiento y de la oración son indiscutibles y se ha constatado durante toda la historia de la Humanidad y refrendado por la actual física cuántica. Ahora bien, hay que saber orar,
hay que hacerlo con imparcialidad, amor y esperanza, omitiendo el dolor, el sufrimiento, imágenes de padecimientos, etc., de lo contrario, lo que emitimos o enviamos al Universo está teñido y limitado por esta últimas vibraciones más burdas y densas.


Debemos orar con Amor y Esperanza. De todos los métodos que conozco para sanar u orar a distancia, os expongo el más poderoso y efectivo que he conocido, se denomina el Mudra de la Concepción. Practícalo ante estas circunstancias en Japón y también con respecto a toda la Humanidad, el propio Planeta y en tu Vida diaria.

Miguel Ángel Darshan
En nombre propio y de todo el Equipo Lux Vitae Luz de Vida

¿Lugar?
Cada persona en el lugar que le sea más favorable
(hogar, naturaleza, trabajo...)

¿Cómo?
Mudra o posición de manos:
TOCAR CON LA YEMA DEL DEDO CORAZÓN DE CADA MANO LA PRIMERA ARTICULACIÓN DEL DEDO PULGAR DE LA OTRA MANO, EN AMBAS MANOS A LA VEZ.

¿Por qué un Mudra?

La palabra "mudra" es de origen sánscrito y significa "concentración de energía", y esta concentración de energía la utilizamos para un fin concreto.
¿Por qué el mudra de la Concepción?

"Cuando hacemos el mudra recordamos que estamos en comunión con la Creación, recordamos que en el instante de la concepción está presente toda la energía de la Creación para que la vida pueda manifestarse en la materia, y recordamos que esta Presencia es constante aquí y ahora, en todo momento.

Le pedimos a esta energía de la Creación, a esta Presencia, lo mejor para la circunstancia, para la persona o personas objeto de nuestra meditación y acto amoroso.

Le pedimos lo que tiene que ser, no lo que yo quiero que sea, no impongo mi voluntad personal, dejo que sea la voluntad Divina la que actúe.

Cuando se aprende este mudra es muy fácil de practicar y resulta muy útil. Nos aporta una gran paz y nos recuerda que todo es perfecto, aunque no lo podamos entender. No necesitamos entender.

En ese momento dejamos de sufrir, regresamos a la Unidad, volvemos al vacío, donde nada y todo es lo mismo, ahí no cabe el sufrimiento, ni el juicio ni la pena. Todo es perfecto, sólo existe la paz y la armonía.

Al hacer este mudra somos conscientes de que estamos en Comunión-Comunicación con la Creación, y somos conscientes de que somos Luz y Amor, y que caminamos hacia la Iluminación.

Sirve para uno mismo o para cualquier persona, grupos, circunstancias, etc.

Podemos pedir lo mejor para aquellas personas que sabemos que sufren aunque no las conozcamos, en caso de accidente, de guerras, incendios, terremotos, inundaciones, catástrofes, etc.

Podemos pedir por los elementos, por el planeta.

Lo primero que sentimos al hacer este mudra es una gran sensación de paz, nos sentimos serenos ante la circunstancia que hace un instante nos preocupaba. En esta actitud, de forma espontánea irradiamos armonía y serenidad hacia la circunstancia o la persona o personas que antes nos hacía sufrir; desde la serenidad y la armonía comprendemos las cosas de forma diferente y podemos ayudar a los demás, incluso con nuestro pensamiento sereno y armónico sin que llegue a ser necesaria la acción.

Se le llama "mudra de la concepción" porque tocamos el punto reflejo del instante de la concepción, que es la primera articulación del dedo pulgar. Lo tocamos con el dedo corazón, y además de recordar que toda la energía de la concepción está presente aquí y ahora, estamos integrando el dedo pulgar, que tiene relación directa con la mente, con el dedo corazón, que tiene relación directa con el corazón.

Estamos integrando corazón y mente, creando la Unidad en nosotros mismos y por resonancia en el entorno. Como siempre ha sido y como siempre ha de ser.

Recordamos también que la concepción sigue siendo en cada instante, con cada pensamiento, con cada palabra, con cada acción. Nos seguimos concibiendo a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.

Ahora, desde esta actitud, la concepción es consciente, desde la Luz y el Amor, y el resultado es armonía, paz y serenidad. Empezamos a concebir un mundo de Paz, de Unidad, de Amor y de Fraternidad".

Del libro "La Técnica Metamórfica y los Niños"
Autor: María del Carmen Boira
Editorial: Índigo
Todos los derechos reservados

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