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jueves, 21 de abril de 2011

La Adicción Escondida

La Dra. Janice Phelps en su libro La Adicción Escondida comienza diciendo: ¿Está usted en control de su vida? Piense detenidamente antes de responder. Si usted es como las millones de personas que:

Ha pasado por la tortura de intentar dejar el cigarrillo y no ha podido
Ha intentado con infinidad de dietas para luego recobrar los kilos de más
Necesita una dosis de azúcar, de dulces, entre comidas
¿Es usted una persona que encuentra que el alcohol se está convirtiendo en algo más frecuente en la vida cotidiana?
¿Es usted una persona que desea que el médico siga prescribiendo ese medicamento que supuestamente iba a cumplir un rol puntual, pero queremos seguir con el medicamento?
¿Será más bien usted una persona que necesita religiosamente su taza de café en las mañanas para poder funcionar?

Si la respuesta a cualquiera de estas preguntas es SI, probablemente tendremos que aceptar que alguna sustancia química tiene más control sobre nuestras vidas de lo que quisiéramos aceptar. En otras palabras, que somos adictos, que tenemos una adicción. Probablemente ninguna otra enfermedad afecta a tanta gente en el mundo. La doctora Phelps estima que, por lo menos en los EEUU, un 40% de la población nace con un potencial adictivo a docenas de sustancias, muchas de ellas legales y otras ilegales. La probabilidad es elevada que nosotros seamos adictos o que alguien cercano a nosotros lo sea, y que esta condición esté mermando nuestra capacidad de disfrute en la vida. Sin embargo, no tiene porque ser así, la adicción puede ser tratada y controlada, y puede ser eliminada totalmente de nuestras vidas. 

El primer paso en el proceso de enfrentar una adicción es aceptar que la tenemos. Sin embargo la palabra adicción puede ser muy fuerte y no queremos aceptar esa etiqueta de adicto. Negar la adicción incrementa nuestra inconsciencia hacia el tema, hace que justifiquemos nuestras costumbres y que no aceptemos que nuestra adicción esté afectando negativamente nuestra vida y la de nuestros seres queridos también. Esos deseos incontrolables nublan nuestro pensamiento crítico acerca del tema, así como nuestra capacidad para hacer un juicio objetivo de la situación. Pareciera que somos los últimos en enterarnos de nuestra condición. 

La doctora Phelps, en su libro La Adicción Escondida, menciona un incidente curioso. Estaban a punto de comenzar un pequeño congreso acerca de la adicción. Se trataba de cuatro oradores que iban a desarrollar el tema ante un público de 50 médicos norteamericanos. La doctora Phelps era una de las oradoras. Los organizadores decidieron no incluir café en la bienvenida, sino jugos naturales y quesos para picar, en lugar de los desayunos tradicionales. Ella dice que nunca se imaginó la reacción de los participantes del evento. Se enfurecieron cuando se enteraron que no había café. Las reacciones más fuertes vinieron justamente de los otros tres médicos que iban a hablar sobre la adicción esa mañana. Simplemente se negaron a iniciar la jornada si no les traían su acostumbrado café. Los organizadores tuvieron que ordenar café, con todo el retraso que esto iba a significar. Pero no había alternativa. El evento comenzó una hora después de la hora acordada inicialmente.

Ella dice que menciona este incidente para describir claramente el efecto de una adicción. NO es que los médicos se molestaron simplemente por que se les interrumpió una sencilla costumbre matutina de tomar café. Ellos han podido reaccionar “bueno, no importa, tomemos jugos y más tarde nos tomamos el cafecito". Esta ha podido ser la reacción normal de un grupo de inteligentes profesionales de la salud ante un incidente sin importancia como este. En realidad había algo más profundo actuando. Los presentes estaban esperando que el evento les ofreciera su dosis matutina de cafeína. Se trataba de un grupo de adictos a la cafeína. Como resultado, la ausencia de una sustancia química tan común e inocua pudiera haber causado tal reacción entre un grupo de adultos y expertos en adicción. Esta es la forma clásica en la que una adicción controla nuestras vidas: Primero tienen que ser satisfecha antes de poder seguir con las demás actividades.

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