Como llevados por algún movimiento llegado desde el sol naciente, las grandes civilizaciones humanas de los últimos 5000 años han avanzado en nuestra cuasi esfera planetaria desde oriente hacia occidente. Así es como hablamos del sabio y milenario Oriente y de la moderna civilización Occidental.
Cuando hace más de 500 años la ilustración europea llega a América de la mano de la corona española, el choque cultural es singular. Por un lado los españoles, ávidos de poder, riqueza y conquista, enarbolando el estandarte de un Dios que poco y nada conocían, con una forma primitiva y violenta de doblegar a los desconocidos “aborígenes”.
Por el otro, monumentales edificios, elevados en nombre de venerados Dioses antiguos y una debilitada estructura social, los pueblos originarios de América recibieron a los hombres del Este como a dioses llegados del Sol.
Sin duda que podríamos comparar la actitud Española como la de un joven saliendo de la adolescencia hacia la viril juventud y a la de los americanos como la de un devoto anciano aguardando el momento de encontrarse con su dios luego de la muerte.
Este singular encuentro de oriente y occidente de hace 500 años cerrando un ciclo circular que viene de oriente es lo más parecido dentro de nuestra historia a lo que a nivel cósmico representa la sincronización del centro de la galaxia con el paso del sol por el solsticio el próximo 21 de diciembre.
LOS MAYAS
La precesión de los equinoccios discurre tan lentamente sobre nuestro cielo que para ver el corrimiento de un grado, un hombre necesita esperar 72 años, y para completar un giro precesional deben pasar 25.868 años.
Justamente cerca de los 26.000 años luz es la distancia que, según la astronomía moderna, nos separa del centro de la galaxia. En el año 2012 se produce el gran evento cósmico de la coincidencia del Solsticio de verano en el hemisferio Sur con el centro de la Galaxia, gran evento decimos porque este alineamiento se produce solo cada 26.000 años, gracias a la precesión de los equinoccios.
El dato curioso es que al mirar en una noche estrellada hacia el centro de la galaxia (final de la constelación de escorpio y principio de sagitario), estamos dirigiendo nuestros ojos hacia un lugar del cielo en donde convergen los rayos de luz que salieron hace 26.000 años atrás con los que están saliendo en estos momentos a 26.000 años luz de nosotros.
La astronomía desarrollada durante la época de esplendor de la cultura Maya en el centro y norte del continente americano logró sincronizar, en un ciclo calendario, la circulación de movimientos tan locales para nosotros como lo son los de la luna y el sol, con otros tan lejanos y distantes como los del centro de la galaxia.
LA SABIDURÍA ANTÍGUA
Para explicar el misterio de los tiempos aquí en la tierra, la sabiduría antigua (llegada desde oriente a Europa) ha utilizado, como dice Fulcanelli, dos emblemas, uno es La cruz símbolo de la redención de la humanidad, y el otro el círculo, representación del mundo. Cada cuarto de circunferencia representa las cuatro edades del mundo.
En la mitología hindú, los cuatro sectores iguales del círculo dividido por la cruz servían de base a un concepto místico bastante singular. El ciclo entero de la evolución humana encarnase en él en forma de una vaca, símbolo de la Virtud, que apoya las pezuñas en cada uno de los cuatro sectores que representan las cuatro edades del mundo. En la primera edad, que corresponde a la edad de oro de los griegos y es llamada Sathya Yuga o edad de la inocencia, la Virtud se mantiene firme sobre la tierra; la vaca descansa sólidamente sobre sus cuatro patas. En el Tredagugán, o segunda edad, que corresponde a la edad de plata, la vaca está más débil y se sostiene sólo sobre tres patas. Durante el Tuvabaragugán, tercera edad o edad de bronce, sólo tiene dos patas. Por último, en la edad de hierro o Kali Yuga, que es la nuestra, la vaca cíclica, o Virtud humana, alcanza el grado supremo de debilidad y de senilidad: se sostiene difícilmente, en equilibrio, sobre una sola pata. Es la cuarta y última edad, edad de miseria, de infortunio y de decrepitud.
El libro del apocalipsis describe en el capítulo cuarto la posición de nuestro planeta respecto de las estrellas fijas, nombrando la cruz fija del zodíaco:
«Había también delante del trono -escribe san Juan- como un mar de vidrio semejante al cristal; y, en medio del trono y alrededor de él, cuatro vivientes llenos de ojos por delante y por detrás. El primer viviente era semejante a un león (leo); el segundo viviente, semejante a un ternero (tauro); el tercero tenía semblante como de hombre (acuario), y el cuarto era semejante a un águila voladora (escorpio)».
El ciclo de aproximadamente 26.000 años dado por la precesión de los equinoccios determina para estos días dos eventos cósmicos fundamentales en los próximos años, uno es que estamos entrando en la era de Acuario, y el otro es el alineamiento del sol y la tierra con el centro de la galaxia durante los solsticios. Ambos eventos se relacionan directamente con los cuatro ángulos de la gran cruz fija zodiacal a la cual hace referencia el Apocalipsis. La era de Acuario está relacionada con el eje Acuario-Leo, constelaciones que estarán marcando los puntos equinocciales, y en el otro eje Tauro y Escorpio alineándose con el centro de la galaxia.
Sobre el estado de la humanidad a la hora de la aparición de estos sucesos cósmicos el Vishnu Purana (escrito sagrado y milenario Hindú) dice lo siguiente:
Habrá monarcas contemporáneos reinando sobre la tierra, reyes de ruin espíritu, genio violento y hasta aficionados a la mentira y a la perversidad. Harán dar muerte a las mujeres, a los niños y a las vacas; arrebatarán la propiedad de sus súbditos (o según otra traducción, se dirigirán a las esposas de otros); tendrán poder limitado... sus vidas serán cortas, sus deseos insaciables... Gentes de varios países, mezclándose con ellos, seguirán su ejemplo; y los bárbaros siendo poderosos (en la India) bajo la protección de los príncipes, mientras las tribus puras son descuidadas, el pueblo perecerá. La riqueza y la piedad disminuirán de día en día, hasta que el mundo se depravará por completo... Tan sólo la propiedad conferirá el rango; la riqueza será la única fuente de devoción; la pasión será el único lazo de unión entre los sexos; la falsedad será el único medio de éxito en los litigios; y las mujeres serán objeto de satisfacción puramente sensual... Los tipos externos serán la única distinción de los varios órdenes de la vida; la falta de honradez (anyâya) los medios (universales) de subsistencia; la debilidad, causa de la dependencia; la amenaza y la presunción substituirán a la sabiduría; la liberalidad será devoción; si un hombre es rico, tendrá reputación de puro; el asentimiento mutuo será el matrimonio; ricas vestiduras serán dignidad... Aquel que sea más fuerte reinará... el pueblo, no pudiendo soportar las pesadas cargas (Khrabhâra, el peso de los impuestos), se refugiará en los valles... De este modo, en la Edad Kali, la decadencia continuará constantemente, hasta que la raza humana se aproxime a su extinción (pralaya). Cuando... el fin de la Edad Kali esté próximo, descenderá sobre la Tierra una parte de aquel Ser divino que existe, de su propia naturaleza espiritual (Kalki Avatâra)... dotado con las ocho facultades supremas... Él restablecerá la justicia sobre la tierra; y las mentes de los que vivan al fin del Kali Yuga se despertarán y serán tan diáfanas como el cristal. Los hombres así transformados... serán como las semillas de seres humanos, y producirán una raza que seguirá las leyes de la Edad Krita (o Edad de Pureza). (Wilson: Vishnu Purâna, lib. IV, cap. XXIV. ).
La Biblia, libro eterno, inmutable, libro cíclico por excelencia, comienza su historia en el génesis con un diluvio de agua y la finaliza con un apocalipsis de fuego. Según la sabiduría antigua, que ha logrado mantener la memoria más allá de estas catástrofes, se dice que en cada “cuarto de ciclo”(alrededor de los 5000 años) la tierra se bambolea como un trompo (esto está comprobado por la ciencia a través del paleomagnetismo aunque sin fechas muy precisas) de tal manera que uno de los polos terrestres queda enfrentado permanentemente al sol por un corto período, mientras que el otro polo permanece en la oscuridad, uno de los polos se incendia (Apocalipsis) y el otro se inunda (Diluvio), entre medio de estos dos extremos un sector del planeta es preservado junto a unos pocos vivientes y desde allí renace un nuevo ciclo, el Arca de la nueva alianza, el nuevo pacto de Dios para con el hombre.
“…Allí, durante un día de dos siglos de duración, las generaciones asistirán – espectadores angustiados de los efectos del poder divino – al duelo gigantesco del agua y el fuego; allí, en una relativa calma, bajo una temperatura uniforme, a la pálida y constante claridad de un cielo bajo, el pueblo elegido aguardará a que se haga la paz y a que las últimas nubes, dispersas al soplo de la edad de oro, le descubran la magia policroma del doble arco iris, el brillo de nuevos cielos y el encanto de una nueva tierra*… (las moradas filosofales, Fulcanelli)”
*En cuanto al emplazamiento geográfico de esta tierra prometida, donde los elegidos presenciarán el retorno de la edad de oro, somos nosotros quienes debemos buscarlo. Pues los elegidos, hijos de Elías, se salvarán según las palabras de la Escritura. Porque su fe profunda, su incansable perseverancia en el esfuerzo, les harán merecedores de su elevación al rango de discípulos de Cristo-Luz. Llevarán su señal y recibirán de El la misión de empalmar a la Humanidad regenerada en la cadena de las tradiciones de la Humanidad desaparecida.
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